Desde los tiempos más remotos de la antigüedad se tiene constancia, por los hallazgos arqueológicos descubiertos, que el hombre utilizó el barro, compuesto por una mezcla de agua y tierra, y la arcilla formada por una asociación de sedimentos minerales de diverso tamaño, entre los que se encuentra el cuarzo, yeso, óxido de hierro, feldespatos, etc., para fabricar toda clase de enseres y utensilios domésticos o recipientes destinados al transporte de materiales o líquidos como ánforas para transportar vino o aceite, jarras, cuencos para beber, vasijas funerarias… Los primeros objetos hallados se remontan al paleolítico superior y se trata de pequeñas representaciones de divinidades maternales y de culto a la fertilidad, como la llamada Venus de Dolní Vestonice, con una antigüedad estimada entre 29.000 y 25.000 a. C.
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