Hoy día, trabajar y ser feliz es más complicado que nunca, debido a las altas exigencias de un mercado cada vez más competitivo… y, seamos sinceros, sobre todo en un mundo en el que cada vez hay tantos impedimentos a las nuevas generaciones.
Porque, antiguamente, cuando un niño pensaba en cosas a las que dedicarse cuando fuese mayor, de inmediato pensaba en cosas como bombero, policía o astronauta. ¿Y no es ese el verdadero quid de la cuestión? ¿Volver a responder como niños para recordar qué es lo que nos gusta para poder dedicarnos a ello?
Hoy día, se trabaja de lo que se puede
Y esto no debería ser así. Una de las cosas que tendríamos que tener como objetivo en la vida es hacer las cosas nos hacen que más felices, en lugar de las cosas que no nos quedan más remedio que hacer.
Muchos de nosotros (por no decir, la mayoría cuando llegamos a cierta edad), pensamos que tenemos tantas cosas que hacer y de las que encargarnos (nuestra casa, nuestro coche, nuestra familia…) que buscamos cualquier opción que nos sirva para conseguir dinero, aunque sea en el trabajo más mal pagado y esclavista que nos salga por delante. De hecho, en ciertas partes de España, un país cada vez más dedicado al turismo, cada vez resulta más y más difícil encontrar ofertas de empleo que no estén relacionadas con el sector hostelería o restauración. Y, aunque si bien es cierto que a muchos de sus profesionales les encanta trabajar ahí, la mayoría coge ese trabajo porque la realidad es que no hay muchas otras opciones.
Pero, a pesar de todo esto, tendríamos que volver a nuestros orígenes, estudiar nuestro interior y hacer énfasis en lo que verdaderamente nos importa y nos apasiona. Pero es tan complicado abrirse hueco en un mundo laboral tan complicado que muchos de nosotros no tenemos otra opción.
Basta leer estas estadísticas para darse cuenta de que la mayoría de nosotros odiamos nuestro trabajo… lo que es, en realidad bastante triste.
La infelicidad puede conllevar serios problemas de salud
Esto es totalmente cierto. No hay nada que pueda crear más problemas en la salud que enfrentarte a una vida triste y llena de penurias.
La tristeza como tal no es más que un sentimiento que tenemos todas las personas en algún momento de nuestra vida, y no tiene por qué ser necesariamente malo o preocupante, porque existe precisamente para poder enfrentarse a conflictos y poder superarlos. TODOS, en algún momento de nuestra vida, hemos sentido pena por perder a alguien, porque se nos haya roto algo que nos gustaba o, simplemente, porque ese día nos hemos levantado un poco depresivos.
Pero ¿qué sucede cuando esa tristeza no acaba ahí? ¿Qué sucede cuando la pena que invade nuestra alma es un constante, un día a día que nos incapacita, incluso para cosas básicas tales como comer, cambiarnos de ropa o, tan solo, tener ganas de levantarnos y dar una vuelta al sol? Esa tristeza ya está en un estadio mucho más profundo. Tanto que no se llama tristeza: se llama depresión.
Hablemos más profundamente de la depresión… y de la depresión laboral
La depresión, como tal y según una definición médica, “es un trastorno mental caracterizado fundamentalmente por un bajo estado de ánimo y sentimientos de tristeza, asociados a alteraciones del comportamiento, del grado de actividad y del pensamiento”.
¿Esto que quiere decir? Que es una enfermedad mental que va MUCHO más allá que el simple hecho de sentirnos tristes o de tener un mal día. La depresión va mucho, mucho más allá, caracterizado, como bien dice la definición, por un bajísimo estado de ánimo que nos quita las ganas de todo, por un descenso en el comportamiento (es decir, nos quita absolutamente las ganas de todo) y por, literalmente, no tener ganas “ni de comer”.
Y sí. Por supuesto, existe la depresión laboral. La depresión laboral “es un sentimiento de tristeza profunda, desánimo continuado y falta generalizada de energía y motivación asociada al trabajo”. Es decir, es lo mismo, pero a diferencia de la depresión normal (que puede venir originada por factores tan diversos como la insatisfacción personal, la muerte de un ser querido o, incluso, una baja autoestima), la depresión laboral es la que se origina con temas relacionados con el trabajo.
Puede ser porque tengas un alto nivel de trabajo que requiere un gran esfuerzo por tu parte, lo que, evidentemente, te casa y te desmotiva. Puede ser porque tu jefe no tiene en cuenta los esfuerzos que haces cada día en tu trabajo, lo que puede derivar en que se te quiten las ganas de seguir esforzándote. Puede ocurrir, además, que tu trabajo exija una cantidad de horas muy grande que impida que, día tras día, tengas tiempo para dedicarle a tu hijo, a tu pareja o a tus seres queridos. O puede ocurrir, en contraposición, que odies tu trabajo y, como no tienes otra cosa y tienes muchas responsabilidades, no tengas más remedio que aguantarte y hacer frente a esa adversidad día tras día durante el resto de tu vida hasta que nos llegue la maravillosa y esperada hora de la jubilación (que es lo que pensamos todos).
Pero ¿en qué deriva todo esto? ¿Eres consciente de los problemas que la depresión laboral origina en tu cuerpo y en tu organismo? Vamos a verlos.
- Sentimiento de tristeza, que es el origen real de la depresión. Pero esta tristeza no se va a ir, sino que va a permanecer ahí, contigo de la mano, y no va a abandonarte… a veces, ni siquiera si abandonas tu trabajo (puede que porque hayas tomado la decisión demasiado tarde). Y los demás de tu alrededor lo van a notar, porque no es lo único que va a originar en ti.
- Ansiedad sin motivo aparente. La ansiedad te oprime el pecho, te impide respirar, hace que te tiemble el cuerpo… y todo esto no vas a saber a qué viene, porque, como estás trabajando y, en teoría, piensas que estás bien, no vas a asociarlo a la depresión laboral. Y eso es lo peligroso, que no sepas de dónde viene… o que ni siquiera te des cuenta de que la tienes.
- Desmotivación laboral. ¿No es lo que sentimos la mayoría cuando nuestros esfuerzos nunca son suficientes? ¿No es lo que sentimos cuando hacemos algo con la mayor ilusión del mundo y no conseguimos los resultados esperados? Pues en el trabajo pasa exactamente lo mismo. Hacer constantemente nuestro mejor esfuerzo y pasar desapercibidos no es fácil para nadie, porque esto nos agota mentalmente y nos quita las ganas de seguir esforzándonos. Y, si a todo esto, le añades el extra de que es un trabajo que no te gusta… pues la cosa no se pone en absoluto sencilla para ti, sino que empeora con creces.
- Cansancio crónico. No sé si sabes que las personas con depresión siempre están cansadas. No porque no duerman, sino porque su cuerpo no tiene ganas de hacer nada. Y esto deriva en un cansancio que realmente no existe, pero que siempre está ahí. Y es a lo que las personas con depresión achacan sus pocas ganas de hacer cosas, a su cansancio. Pero realmente este cansancio no existe, viene dada de la desmotivación y un sentimiento apático. ¡Combatirlo es lo mejor!
- En consecuencia, eres más irritable. Te molesta todo más de lo normal, estás enfadado y no sabes por qué… todo te saca de quicio porque estás más cansado, no tienes ganas de nada, y, encima, no quieres que te obliguen.
- Falta de concentración. Lo que nos lleva a una falta de concentración importante. Porque si estás desmotivado e irritado, y encima no te gusta tu trabajo, es inevitable que tu cerebro se vaya a viajar a otro barrio que te guste más de tu mente, para poder desviarte de lo que no te gusta y centrarte en lo que más te gusta, aunque sea en tu propio cerebro.
- Pero no solo huimos en la mente… también huimos físicamente. Porque todo esto puede llevarnos a las pocas ganas de ir al trabajo. No queremos trabajar y, en consecuencia, ponemos excusas y no vamos, lo que origina que baje nuestro rendimiento y que ponga en peligro un puesto de trabajo que… seamos sinceros, hacía tiempo que no nos gustaba.
Otra forma de vida es posible
¿Sabías que 280 millones en el mundo sufren depresión? Eso es un numero demasiado grande… y, si a esto le sumamos el riesgo que sufren de cometer un acto contra sí mismos, la cosa empeora con solo pensarlo.
Pero no tenemos que quedarnos solo con esto… porque otra forma de vida es posible.
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Muchas personas se han pasado a trabajos online y han abandonado sus antiguos trabajos tras la pandemia. Yo soy una de ellas. Yo he sido profesora toda mi vida… y, tras la pandemia, me empecé a dedicar a lo que de verdad me apasiona: la escritura. Ahora, estoy a punto de formar mi propia empresa de escritura, corrección y redacción, ¡y no me va nada mal!
Ahora, soy feliz. Que es lo que de verdad importa.