El pequeño arte de las cosas

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El arte es el término más ambiguo que conozco. No hace falta ir al famoso chiste, “el arte, es morirte de frío” para darnos cuenta de que este término es uno de los más amplios que existen. Lo que para mí es arte, seguro que para otro no lo es. Hay casos que son muy llamativos como por ejemplo la pintura de Miró (para algunos son borratajos) o todas las exposiciones que se hacen en el Museo Guggenheim de Bilbao.

Es muy conocida la historia que ocurrió en Italia donde una señora de la limpieza confundió una obra de arte, y bastante cara, con un montón de restos y la tiró a la basura. La obra denominada «¿Dónde vamos a bailar esta noche?» consistía en una serie de botellas de champán, confettis y desperdicios de una fiesta finalizada, por lo que la limpiadora los confundió con restos reales de la noche anterior. Ni corta ni perezosa metió los residuos de cristal, plástico y papel en bolsas y los arrojó a la basura. Y es que el arte es arte según con los ojos que se miren. ¿Verdad?

Mi caso es muy particular, soy coleccionista de pequeñas cosas. Me gusta coleccionar de todo, objetos raros, o curiosos. Por ejemplo, siempre entró a la web de Liquistocks, Aquí compran  y venden stocks de todo tipo procedentes de juzgados mercantiles, liquidaciones concursales, aduanas, subastas, embargos, cierres de empresas, fábricas y almacenes. Y siempre suelo encontrar alguna curiosidad o incluso reliquia para mi colección. Lo último que he comprado son unas figuras religiosas que la verdad es que llaman mucho la atención. Lo único que hay que comprar al por mayor, y a veces me junto con varias cajas en mi casa.

En esta web he encontrado verdaderas obras de arte. Como por ejemplo varios delantales de Betty Boop o videojuegos de PC que pensaba que ya no encontraría nunca en el mercado porque estaban descatalogados. Te recomiendo a que hagas una visita, hazlo con tiempo, porque seguro que vas a encontrar algo chulo y que te  llama la atención.

En los tiempos que corren es muy difícil que el arte tradicional, el de Grecia o Roma, ya pueda estar al mismo nivel que el contemporáneo. La idea actual es la de provocar en el espectador, ya no importa lo de mostrar belleza, ahora lo importante es que el que lo vea muestre sus sentimientos. Y claro está, estos sentimientos pueden ser de amor o de odio. Da igual. Lo que cuenta es que esa obra cree algo en el espectador. Si se hace, misión cumplida, aunque como en el caso de la señora de la limpieza en Italia, acabe en la basura.

En el siglo XX el gusto de la cultura de masas es muy influyente y cambiante. Los canales de consumo tienen la capacidad de mitificar o ignorar a los artistas y su obra. Las nuevas técnicas de reproducción industrial repercuten en el carácter único y original de la obra de arte. La idea y la realización del objeto artístico adquieren el mismo valor. Ahora bien, si tengo que elegir me sigo quedando con el arte más clásico.

¿Arte o provocación?

El arte te tiene que tocar, se suele escuchar. Pero yo creo que somos las personas las que tenemos que tocar al arte. Porque el arte es un juego que se inventa y se crea de nuevo en cada cultura. Sabemos que no hay cultura sin arte, pero tampoco hay cultura sin juego. Porque el arte es un juego que va en serio, muy en serio. Tanto que no hay puentes que no se puedan tender ni reglas que no se puedan romper. Aunque en muchas ocasiones, nos pasamos con el arte, y lo que hacemos es la provocación, casi siempre bajo el contexto de lo sexual.

El reto del arte de este nuevo milenio, más allá de preocuparse por diferentes realidades y proponer reflexiones y debates, consiste en tender una mano entre las narrativas artísticas y las construcciones sociales, y de forma más concreta, el intentar que todos seamos parte de él, que nadie se sienta excluido. Aunque no es fácil, ese es el reto.

 

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