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El oro blanco marca tendencia.

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Bien sea para regalarlo o para sentirse guapa es uno de los materiales más solicitados en las joyerías. Pendientes, gargantillas, pulseras, sortijas. Aportan un aire elegante, discreto y actual. Las joyas de oro blanco han experimentado un aumento de la demanda en los últimos tiempos.

El oro blanco es una aleación de oro con algún metal blanco como el manganeso, el níquel o el paladio, recubierto de una fina capa de rodio que le da un acabado de espejo. Por la variedad de las combinaciones es un material versátil trabajado por los orfebres. Fundiendo el oro con níquel se obtiene un producto duro y resistente con el que fabricar anillos. Con contenido de paladio, se obtiene un metal maleable idóneo para engarzar piedras preciosas. Fundido con plata, platino o cobre, se le dota de peso y de durabilidad.

Es una versión del oro más accesible al bolsillo de la mayoría, pero por no por ello menos atractivo. Su terminación brillante y su aspecto discreto, rivaliza con otros metales preciosos de tonalidad clara como la plata o el platino.

Como sucede con el oro normal, existen diferentes calidades. En joyería se utiliza mucho el oro blanco de 18 quilates, con una composición del 75% de oro puro, un 16% de paladio y un 9% de plata pura. Podemos decir que es de los de mayor calidad. En el oro blanco de 16 quilates, la cantidad de oro se reduce al 59%.

Está recubierto de rodio que lo protege de la oxidación producida por el aire y el agua. Por el uso puede sufrir pequeños arañazos que hagan que el oro blanco se oxide. En ese caso aparecen pequeñas motas o rayas amarillas que se pueden solventar con rapidez en cualquier joyería, devolviéndole el aspecto original.

El oro blanco lo encontramos con frecuencia en la caja y cadena de los relojes de pulsera, tanto de señoras como de caballeros, en pulseras con incrustaciones de piedras preciosas, en anillos y pendientes con diseño moderno; y por su naturaleza de superconductor, en circuitos integrados en tarjetas informáticas.

Calidades de oro en joyería.

Hay quien piensa que el oro blanco no es oro. Que es un sucedáneo, un derivado o un sustitutivo. No es cierto. Para poder trabajar el oro en joyería es necesario mezclarlo con otros minerales. El oro es un metal flexible y maleable, pero también muy delicado y fácil de erosionar. Para aportarle durabilidad y consistencia es imprescindible combinarlo en alguna aleación. La proporción de oro puro en la mezcla se identifica con los quilates, partes de oro con relación a las partes de otros metales.

El oro puro es el de 24 quilates. Solo se emplea para crear lingotes de oro y algunas monedas. Es un instrumento financiero de inversión, y para proporcionar a la industria materia prima.

El metal noble es el oro 18 quilates. 18 partes de oro y 6 de otros metales. Es el más utilizado en joyería, justamente la proporción para fabricar oro blanco de gran calidad. Es el estándar de la joyería de lujo en toda Europa.

El oro de 14 quilates es el más empleado en EEUU. Tiene una composición de 14 partes de oro y 10 de otros metales. El oro de 9 quilates (9 partes de oro y 15 de otros metales), es la norma legal mínima en la mayoría de Europa para que una joya o artículo sea considerado oro. En Grecia y Dinamarca, sin embargo, el oro de 8 quilates se considera la calidad estándar.

El sistema de medida para clasificar la pureza de los metales preciosos por medio de los quilates fue inventado en EEUU, y desde ahí lo han exportado al resto del mundo. En Europa muchos joyeros recurren a un sistema de numeración que va del 1 al 999. Siendo el oro puro el número más alto, con un porcentaje de 99,9% de metal precioso. Si nos indican que tenemos en nuestras manos una pieza de oro con una pureza de 375, es que la composición de oro en la aleación es un 37,5%.

A partir de los años 50 se establece la norma del sellado de las joyas. En una parte poco visible del objeto, que puede ser el cierre de una cadena o la parte interna de un anillo, hay una pequeña inscripción grabada con un número que nos informan de la pureza del artículo.

En joyería se mezcla el oro con otros minerales para proporcionar diferentes tonalidades. Aparte del oro blanco, se mezcla el oro con cobre para obtener oro rojo y oro rosa, o se mezcla con cobalto para obtener oro negro. Es una práctica que se lleva realizando desde la antigüedad y que ha sido utilizada en distintas épocas históricas. En la actualidad, la industria de la joyería la utiliza, con bastante frecuencia, para ofrecer una amplia variedad de productos al público.

La simbología del oro.

Como se señala en Zona Económica, el oro está presente en la civilización humana desde la época del neolítico. Cuando el hombre se hace sedentario, empieza a sustituir la piedra por el metal para producir objetos. Comienza por aquellos metales que aparecen puros en la superficie de la tierra: el cobre, el oro y la plata. Con el tiempo al oro, además de ser un reflejo de poder y riqueza, se le asigna un significado simbólico.

2.500 años antes de Cristo, en el antiguo Egipto se almacenaba el oro en depósitos, y cuando descendían sus reservas atacaban a los pueblos vecinos para robarles sus tesoros. Los egipcios fabricaban con oro las máscaras mortuorias y los abalorios funerarios. Pensaban que el oro era la carne del dios Ra, el símbolo del sol, la principal deidad. El faraón, como descendiente de los dioses, debía aparecer en público y morir recubierto de oro.

En la antigua Grecia, el filósofo Platón defendía que el género masculino en sus inicios era de oro. Y en la biblia, en el antiguo testamento, en el regreso de los judíos a la tierra prometida comandados por Moisés, el pueblo a la deriva adora a un becerro de oro como símbolo del paganismo.

Marco Polo en su primer viaje a Cipango (Japón) dice haber visto casas con los tejados cubiertos de oro. Los nipones recubrían con oro la fachada y el interior de sus templos, para ellos era símbolo de inmortalidad.

En la América precolombina el oro se empieza a extraer 2000 años antes de Cristo en las minas del Perú y progresivamente se extiende por Centroamérica y México. Se le considera un material divino y se le asigna un significado sobrenatural. Utilizado por chamanes y reyes para conectar con los dioses. Se utilizaba para fabricar atuendos reales y objetos rituales con los que ofrecer tributo a los dioses. Ni tan siquiera era el material más preciado por aquellos pueblos. Los mayas preferían el jade y los aztecas las plumas y la seda.

Oro blanco.

Como nos muestra la galería de imágenes de la revista Quién?, el oro blanco fue el protagonista de la ceremonia de entrega de los Óscar en el 2014. Julia Roberts sorprendió a los asistentes con unos bonitos brazaletes de oro blanco adornados con diamantes. No fue la única, la actriz Emma Watson se presentó en el evento con 6 anillos de oro blanco de diferentes casas joyeras, Kate Hudson llevaba sortija y pulsera de oro blanco con incrustaciones de piedras preciosas y Naomi Watts lucía una bonita pulsera de este material enroscada en la muñeca como si fuera una culebra preciosa.

Ocho años después, Serrano Joyeros nos informan que el oro blanco sigue siendo muy solicitado. Los pendientes de oro blanco con diamantes se han convertido en todo un clásico que conviven con otros diseños en este metal con un look más informal y desenfadado.

Se han puesto muy de moda los pendientes chatones, con aspecto circular y una pequeña talla en su interior. Algo más vistosos son los aros en oro blanco y aquellos que sustentan una cadena conectada con perlas, esmeraldas o topacios.

En los colgantes y cadenas, el oro blanco sobrepasa en demanda al oro tradicional. Dan un aspecto más moderno y  funcional. Con pequeños círculos que contiene un pequeño diamante en su interior. El oro blanco hace que resalte la piedra preciosa, potenciando su belleza, sin dar sensación de ostentación.

En los anillos es un material elegante en el que engarzar una pequeña piedra preciosa o incrustar una combinación de diamantes. En la joyería para hombres, este material se está abriendo un hueco en la fabricación de alianzas, con un acabado rugoso y labrado, discreto y atractivo, al gusto del hombre moderno.

El uso del oro blanco ha sobrepasado la fabricación de ornamentos tradicionales y se empiezan a utilizar en la confección de tobilleras, llaveros y broches para mujer.

Con la misma calidad y pureza que con las joyas de oro tradicional, el oro blanco es una tendencia consagrada que tiene gran aceptación entre el público en general. Su aspecto menos llamativo y más versátil, que permite lucirse igual en una ocasión de gala que en el día a día, conecta con la concepción que de la joyería se tiene en la actualidad.

 

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